Ayer, Capcom anunció el remaster de Onimusha 2: Samurai’s Destiny (también conocido como Onimusha 2). Se trata de un juego de PS2, cuya precuela, Onimusha Warlords, ya había sido remasterizado hace unos años. Es de suponer que, a continuación, llegará el remaster de Onimusha 3: Demon’s Siege y quizá también Onimusha Dawn of Dreams. La idea es clara: prepararnos para una nueva entrega, titulada Onimusha Way of the Sword, que se lanzará en 2026, ¡20 años después del anterior juego principal de la saga!

Onimusha se mueve en un terreno peculiar entre el juego clásico y el juego moderno, similar a lo que ocurre con algunos títulos de Resident Evil de la época. Sin embargo, en mi opinión, la saga Onimusha ofrece una experiencia fantástica, difícilmente comparable con otros juegos. Por ello, invito a cualquiera que aún no lo haya jugado a hacerlo ahora, aprovechando la inminente llegada de la nueva entrega.
La fantasía oscura antes de Dark Souls
Es importante recordar que la fantasía oscura ya existía mucho antes de FromSoftware y sus discípulos. Absorber almas de los monstruos derrotados para “gastar” en mejorar al personaje es una mecánica típica de los soulslike, pero también es una característica distintiva de Onimusha. En este título, el protagonista utiliza su guantelete para atrapar orbes de color rojo, en un universo ambientado en una versión oscura del Japón medieval, donde demonios han irrumpido en el periodo Sengoku, la etapa de guerra civil samurái más popular y carismática.

Como es habitual en muchos juegos de Capcom, la historia de Onimusha no se toma a sí misma demasiado en serio. Los personajes resultan muy interesantes, especialmente en la segunda entrega, donde los creadores se “sueltan la melena” y presentan un elenco más extenso, destacando el irreverente Gongadantess. En la tercera entrega destaca la aparición estelar de Jean Reno, que interpreta a un personaje magnífico. Aunque el protagonista en cada juego encarna en cierta medida el cliché del héroe, incluye giros divertidos en la trama, como el desenlace del primer Onimusha con la decisión de Samanosuke o la llegada de Jubei al santuario de su madre en el segundo juego. La narrativa, aunque sencilla, posee mucha personalidad y en ocasiones recuerda a una serie televisiva de la época.
Cuando el combate no era tan importante
En contraste con muchos juegos de acción actuales, en los que un protagonista con katana o armas similares debe ofrecer decenas de mecánicas de combate, Onimusha mantiene la acción en un plano más simplificado. Sin una amplia gama de opciones, se evita la saturación y el cansancio que puede generar el exceso de técnicas como parrys, esquivas, golpes críticos, árbol de habilidades, bonus de daño, bonus de defensa, posturas…

El espíritu de la trilogía original de Onimusha se centra en la simplicidad. Con tan solo dos botones se gestiona todo, la cámara es fija (debido a los fondos prerrenderizados) y el daño de las armas solo aumenta cuando se decide mejorar una determinada arma. Este enfoque recuerda a los clásicos Resident Evil, donde el personaje apunta automáticamente y la gestión del espacio resulta primordial. Es probable que el nuevo Onimusha, al igual que Dawn of Dreams, adopte estándares más modernos, aunque espero que se conserve parte de esa esencia tradicional.
Escenarios pequeños, laberínticos y preciosos
Los primeros tres títulos de Onimusha pertenecen a la vieja escuela de fondos prerrenderizados, que permiten al director del juego estudiar cada plano con detalle y ofrecer una perspectiva muy cinematográfica. Este recurso sacrifica la libertad de mover la cámara en favor de un enfoque más impactante y fotográfico.

Sin embargo, esto no implica que sean juegos lineales. Es necesario aprender los escenarios, encontrar puertas cerradas y volver más tarde para abrirlas, descubrir atajos y objetos escondidos. Aunque el diseño de niveles es más simple que el de Dark Souls, posee un toque interesante que se ha vuelto poco común en la actualidad.
Juegos cortos, pero intensos
En mi entrada sobre 50 juegos cortos, recomendé Onimusha 2 precisamente por ser un juego que, al igual que el primero, se puede completar en menos de 10 horas. La experiencia está muy condensada y ofrece una dosis justa de combate, exploración, cinemáticas y jefes.

Los desarrolladores siempre incluyen algún extra que incentiva la rejugabilidad, pero sin llegar a ser tan complejo como en Devil May Cry (un juego coetáneo a Onimusha). Por ello, una sola partida es suficiente para disfrutar plenamente del juego y luego pasar a otra experiencia. La buena noticia es que se puede completar la trilogía original de Onimusha en menos tiempo que la duración de cualquier juego de acción-aventura actual, logrando una satisfacción total. Cabe destacar que Onimusha Dawn of Dreams, considerada por muchos como la “oveja negra” de la saga, es más extensa y menos centrada.
Conexión argumental de Onimusha PS2 con Onimusha: Way of the Sword
Aunque aún no se han revelado detalles específicos sobre el argumento del nuevo título de la saga, hay aspectos interesantes que mencionar. Los cuatro juegos canónicos de Onimusha (1, 2, 3 y Dawn of Dreams) se sitúan en el mismo universo, con cada entrega continuando la historia de la anterior. La narrativa se vincula estrechamente a personajes históricos: los tres primeros títulos tienen como villano a Oda Nobunaga, uno de los grandes unificadores de Japón, mientras que Dawn of Dreams se enfoca en Toyotomi Hideyoshi.

Los señores feudales Nobunaga y Hideyoshi emplean el poder de los demonios Genma para conquistar el mundo, y sabemos que Onimusha Way of the Sword se sitúa en la era Edo, tras la muerte de Hideyoshi y el ascenso de Tokugawa Ieyasu. Capcom ha confirmado que los Genma volverán a formar parte de la historia, lo que nos permite pensar que el argumento seguirá parámetros similares y, en este caso, el protagonista parece ser un personaje completamente nuevo.
En este nuevo juego, la ubicación es Kyoto, sede de la residencia del emperador de Japón en aquella época. Aunque se trata de especulación, es muy probable que la historia continúe en el mismo universo y mantenga la continuidad narrativa, quizás con Ieyasu como villano o, alternativamente, con el propio Emperador en un rol antagónico. Los emperadores japoneses, pese a ser en gran medida figuras de fachada, han protagonizado momentos cruciales en la historia, como ocurrió con el Emperador Meiji, quien se posicionó en contra de los Tokugawa a finales del siglo XIX.